La
verdad es que esta historia comenzaba de una forma muy incierta, por una parte
no había conseguido encontrar a ningún compañero para compartir la ascensión a
la cuarta montaña más alta del planeta así que al final tenía que partir hacia
el Himalaya yo solo, y por otra me iba a enfrentar a los recuerdos de la
terrible experiencia vivida hacía justo dos años en el campo base de la
montaña, donde murieron 23 personas como consecuencia de la avalancha provocada por el terremoto que asoló Nepal.
En
este concurrido lugar me iba a reunir con 2 viejos conocidos ( el alpinista
Catalán Ferran Latorre con el que había compartido expedición en el Makalu, y
el guía francés Jannick Graziane con el
que había intentado el Broad Peak ) con ellos iba a compartir ruta de ascensión hasta caso el campo 4 a casi 8000
metros, ya que querían ascender el Everest y la ruta hasta esa altura es común.
El
comienzo fue muy rápido y en tan solo 4 días me planté en el campo base de la
montaña a 5400 metros de altitud, a la mente me vinieron momentos muy duros e
imágenes de la tragedia vivida en el 2015, pero ahora el lugar se encontraba
como si no hubiera pasado nada y el hecho de volverme a encontrar con viejos
amigos con los que tenía muchas cosas de que hablar, hizo que pronto superara
aquellos tristes recuerdos.
Me
encontraba muy bien físicamente, por lo que decidí descansar tan solo un par de
días, no quería perder el "carro"
de mis compañeros de campo base Ferran y Jannick, (ellos llevaban
bastantes días allí y tenían su aclimatación mucho más completada)
Con
ellos y con el alpinista austríaco Hans Wenzl que tenía 7 ocho miles, afronté el primer día de ascensión, un día
muy especial ya que iba a descubrir la belleza de la peligrosa cascada del
Khumbu de la que tantas y tantas fotos había visto y de la que había oído
hablar infinidad de veces.
Ciertamente
es mucho más impresionante de lo que uno jamás se pueda imaginar, ver todos
esos bloques enormes de hielo, formando un caos infinito, como gigantes fichas
de dominó, dispuestas a caer en cualquier momento, un laberinto de enormes y
frías grietas, muros de hielo, invadidos por un silencio sepulcral solo roto
por el crujido del hielo en su constante movimiento hacia abajo o por las
avalanchas que de vez en cuando caen desde los enormes seracs que cuelgan del
vecino Nuptse y desde el hombro noroeste
del Everest.
Poco
a poco vamos ascendiendo ese maravilloso paraje, sorteando las grietas y los
muros ayudados a veces por las escaleras que han colocado los "doctores
del hielo", no puedo imaginar un trabajo más difícil y peligroso que el
que realizan estos sherpas que se encargan de equipar y mantener este
impresionante tramo de la ruta.
Me
quedo bastante sorprendido de lo bien que me encuentro físicamente sin apenas
aclimatación, he sido capaz de aguantar
el rápido ritmo de mis compañeros (por aquí siempre se procura ir lo más rápido
posible) y en seguida superamos este inolvidable tramo de la ascensión.
Si
tenía mucha ilusión por descubrir los secretos de la cascada del Khumbu, por
conseguir ver y fotografiar el espectacular "valle del silencio" aún
tenía más ganas.
Sinceramente
es uno de los lugares más sobrecogedores del planeta, ese enorme paisaje lleno
de gigantes blancos flanqueando la ascensión, al fondo nuestro sueño, el
Lhotse, a la izquierda la Madre del Universo, el Everest y a la derecha el
espectacular Nuptse.
En
apenas 4 horas hemos llegado al campo 1 a la altura de 6050 m, aquí decido
separarme de mis compañeros, no quiero apurar demasiado en la aclimatación y
voy a pasar 1 noche, para juntarme con ellos mañana en el campo 2.
No
quería haber aclimatado aquí, tenía pensado haber subido a dormir al campo 1
del Pumori y haberme saltado este peligroso campo muy expuesto a las
avalanchas, sobre todo del cercano Nuptse pero al final si quería ir al ritmo
de mis compañeros de campo base tenía que hacerlo así.
A la
mañana siguiente salgo hacía el campo 2, ese tramo es impresionantemente bello,
no me extraña que le llamen el valle del silencio, uno se queda sin habla
cuando lo descubre y más aún cuando lo recorre, un mundo de hielo y roca
infinita, el valle es largo pero se recorre muy rápido ya que la pendiente es
muy suave, al final del todo se levanta la muralla del Everest y el Lhotse.
En
poco más de 2 horas me reúno nuevamente con mis compañeros en la seguridad del
campo 2, ni que decir, que el paisaje es espectacular, un murallón de más de
2500 metros de hielo azul nos separa de la cumbre del Everest y del Lhotse.
Allí
descansaré un día que aprovecha nuestro compañero Jannick para acompañar a Ueli
Steck en su exploración a la ruta normal del Nuptse, ese día les hice varias
fotografías (quien me iba a decir que serían las últimas fotos hechas a este
gigante de las montañas), el suizo Ueli Steck al que vimos esa misma noche en
nuestro campo base, pocas horas después fallecía en una caída desde esta bella
montaña.
Ese
día ascendimos hasta el campo 3 a 7100 metros de altitud, (parece mentira que
hace tan solo unos pocos días estaba en España) había forzado mucho la
aclimatación pero me encontraba muy bien y tenía que aprovechar el ascenso de
mis compañeros para no perder su ritmo y hacerlo mío también. El acceso a este
campo se hace por unas impresionantes rampas de hielo azul duras como el acero,
tanto el Everest como el Lhotse parecen al alcance de la mano, pero aún queda
mucho camino para llegar hasta ellos, de hecho la montaña en realidad empieza
aquí. Según llegamos al campo recibimos
la noticia de que alguien sin identificar se ha caído en el Nuptse, por la
altura desde la que se precipitó no hay posibilidades de que haya sobrevivido,
todos pensamos enseguida en Ueli, en el rostro de Jannick se dibuja gran
preocupación y tristeza.

A penas permanecemos 1 hora en el campo 3 y bajamos rápidamente a la seguridad
del campo 2, allí nos confirman lo peor, Ueli ha fallecido en la caída desde la
ruta normal al Nuptse.
Al
día siguiente bajamos directamente al campo base.
Las
sensaciones eran muy positivas en poco más de 1 semana había llegado hasta los
7100 metros del campo 3 y me encontraba muy fuerte, pero una montaña de 8000
metros guarda, muchas sorpresas y que te encuentres muy bien durante un tiempo,
no quiere decir absolutamente nada.
Tras
descansar varios días de mal tiempo en el base, en los que muchos componentes
de varias expediciones han enfermado (con lo que llaman la tos del Khumbu),
volvemos otra vez hacia arriba, en esta ocasión ya me saltaré el campo 1 para
ir directos al campo 2 que es mucho más seguro, allí descansamos un par de días
que sirven para afianzar nuestra aclimatación y de allí nos vamos al campo 3
donde esta vez sí que pasamos una noche.
Esta
segunda subida al campo 3 se me hace más dura y no me encuentro tan bien como
la primera vez que subí, a la bajada comienzo a sentirme bastante mal y llego
totalmente destrozado al campo base,
¡como he podido perder prácticamente toda de mi energía en tan poco tiempo¡,
las dudas comienzan a instalarse en mi espíritu, cómo voy a subir hasta 8516 m ,
si a penas puedo bajar desde el campo 3 al base, además empieza a dolerme la garganta y tengo
una molesta tos. Eso si ahora ya está todo el trabajo hecho, solo hay que
esperar a una ventana de buen tiempo, para ir para arriba e intentar la cumbre,
puesto que ya he completado mi aclimatación.
Pero
la experiencia de otras expediciones a montañas de 8000 m me dice que no hay
que ponerse nervioso, ni perder la confianza en uno mismo, los días malos
siempre llegan igual que los buenos, y aún falta mucha expedición por delante,
no hay que venirse abajo, un 8000 es una carrera de larga distancia y los días
decisivos serán los que vengan del campo 3 para arriba que es donde empieza de
verdad la montaña.
Los
días van pasando y se van sucediendo las primeras cumbres, pero casi todas
ellas con oxígeno artificial, ya que hace mucho viento y frio en altura.
Yo
no solo no mejoro si no que voy a peor a pesar de haber tomado antibiótico, así
que al final tomo la dura decisión de bajarme 1000 metros hacia abajo hasta
Periche, para ayudarle a mi cuerpo a que se recupere, ya que a la altura del
campo base, 5400 metros mi cuerpo no supera la enfermedad que me está mermando
poco a poco, tanto la salud, como el espíritu.
Paso
2 largos días recuperándome pero cuando subo de nuevo al campo base, mi estado
de salud a penas se ha mejorado un poco, la tos no me deja a penas andar.
En
cualquiera de los casos y tras un breve descanso, tomo la decisión de intentar
subir con el Austríaco Hans hacia el campo 2 para intentar la cumbre puesto que
parece que dan una ventana de buen tiempo y día de cima para el 20 de mayo.
Tras
un par de horas ascendiendo por la cascada del Khumbu, le digo a Hans que me
doy la vuelta, no paro de toser con mucha intensidad y así no se puede llegar a
ningún sitio y menos a la cumbre de un 8000. Ahora sí que pienso que la montaña
se me escapa de las manos.
Vuelvo
a tomar un segundo tratamiento de antibiótico y añado una alta dosis de
codeína, Ferran y Jannick bajaron al base tras haber pasado una noche a 8000 m
en el collado sur.
Poco
después llegó al base Hans que tuvo que abortar su ascenso al Everest por el
intenso viento.
Ya estamos
juntos de nuevo otra vez… la temporada va tocando a su fin, muchos van
abandonando el campo base, pero nosotros esperamos con calma nuestro momento,
este tiene que llegar. Por fin las previsiones se ponen de acuerdo para
establecer el día 27 como un buen día de cumbre sin apenas viento.
La
codeína hizo su labor y la tos ha ido remitiendo poco a poco, así que el día 22
nos vamos todos para arriba, llegamos directamente al campo 2, donde
descansamos un día, me encuentro un poco débil a causa del antibiótico pero
estoy ilusionado y con gran motivación, este ha de ser el último intento así
que mentalmente hay que estar a tope, no puede haber dudas.
La
ascensión al campo 3 fue bastante buena, pasé la noche sin dormir mucho pues el
nerviosismo es bastante grande, de aquí para arriba todo es desconocido y en
verdad la montaña comienza aquí, de 7100 metros para arriba.
La
ascensión al campo 4 se mostró como me imaginaba, tal vez el día más duro de la
ascensión puesto que el desnivel es importante y la pendiente no da tregua en
ningún momento, la falta de oxígeno se hace notar de manera extraordinaria, por
eso tomé la decisión de madrugar mucho y comenzar a subir a las 5 de la mañana,
a pesar del gran frío.
Las
últimas hora se hacen muy, muy duras, se ha levantado muchísimo viento y
comienza a nevar levemente a la altura de las bandas amarillas.
Más
arriba cerca ya del campo 4 los caminos se separan, todo el mundo se dirige
hacia el Everest. Tras unas rampas bastantes empinadas y entre la ventisca
llego hasta lo que queda del campo 4, un lugar verdaderamente inhóspito a casi
8000 m de altura, consigo meterme en una tienda de campaña cuya mitad del suelo
se encuentra suspendida en el vacío, una rampa de hielo de 45 º, tiene varias
rajas y bastante nieve dentro pero será el lugar donde tendré que pasar la
noche.
Poco
a poco la ventisca va remitiendo parece que mañana será el día, sobre las 12 de
la noche salgo hacia arriba, las primeras rampas no son muy empinadas y las
estrellas son testigo de honor de nuestra subida, poco a poco nos metemos en el
largo corredor que nos ha de llevar a la cumbre, la pendiente se incrementa, la
ruta se encuentra en perfectas condiciones hay bastante nieve y no se ve roca
ni hielo en el corredor. Al llegar a la zona más empinada de unos 70 º el cielo
se va tapando y poco a poco comienzan a caer los primeros copos de nieve, es
increíble, la predicción de tiempo ha fallado de nuevo. Los fantasmas de la
climatología de los días de cumbre en el Broad Peak o el Manaslu me acosan de
nuevo. A pesar de todo sigo hacia arriba aunque cada vez cuesta mucho más
avanzar, se ha levantado mucho viento a la vez que nieva con más intensidad.
Cada 3 pasos tengo que parar a descansar ya hace un buen rato que pase de los
8201 metros que tenía el Cho Oyu la altura más elevada a la que había estado.
Parece que este corredor termina directamente en el cielo, jamás se ve el
final.
Las
vistas son nulas y apenas he conseguido ver al vecino Everest un par de veces
entra la ventisca.
Por
fin acierto a ver que unos centenares de metros más arriba el corredor se abre
y en el centro asoma la afilada cumbre.
A
pesar de que parece cerca, estos metros se me hacen interminables, cada vez que
me paro a descansar me empiezo a dormir e incluso a soñar medio despierto,
supongo que producto del cansancio y de no haber dormido en las 2 últimas
noches prácticamente nada.
Cada
vez me cuesta más permanecer despierto, creo que estoy padeciendo principios de
edema cerebral así que por si acaso me tomo una dexametasona (no sé si estoy soñando
o son alucinaciones) en cualquiera de los casos no pude tragarla porque al
instante la vomité en un ataque de tos.
Si
quiero conseguir llegar hasta el final voy a tener que sacar todo el ánimo y
motivación que puedan quedarme dentro, porque la cima no me la va a regalar
nadie, apenas me quedan 50 metros que se hacen interminables.
Por
fin y tras 9 horas y media de dura ascensión llego a la cumbre donde apenas
cabe una persona, al otro lado de la afilada arista intuyo un abismo increíble,
pero no alcanzo a ver más allá de unos cuantos metros ya que el cielo está
totalmente cubierto y la ventisca arrecia cada vez más, así que tras unos 5
minutos en la cumbre y unas pocos fotos, decido bajar rápidamente, el día no
está para alegrías y lo importante es perder altura rápidamente.
Por
primera vez en mi vida tengo una sensación extraña en la cima de una montaña,
poca alegría y ni tan siquiera llamo a la familia, después de tantos días de
esfuerzo e incertidumbre solo me preocupa bajar lo más rápido posible.
Enseguida
comienzo a bajar por esa cuerda fija que me une a la vida… en unas pocas horas
llego al campo 4 donde tras recoger lo poco que llevaba continuo para abajo
hasta el campo 3. El camino de retorno hay que hacerlo con mucha prudencia, ya
que la mayoría de los accidentes se producen bajando debido al cansancio y la
falta de concentración. Un fallo puede suponer el final.
Mi
idea principal era llegar al campo 3 pero finalmente y a pesar del cansancio y
la hora que es tras hacerme un té me bajo hasta el campo 2 donde llego
prácticamente destrozado y totalmente deshidratado sobre las 9 y media de la
noche, tras 22 horas de actividad.
En
este lugar empiezo a sentirme seguro pero aún queda un largo y peligroso camino
hasta la seguridad del campo base tras pasar la cascada del Khumbu, allí
llegaré al día siguiente totalmente exhausto y desidratado, pero contento de
haber estado allá arriba, EN LA MISMISIMA CUMBRE DEL HOTSE, 8516 M.