“ Desde la altura imposible de las cimas veo mi pasado, sueño con el futuro y con inusual claridad puedo sentirme en el presente ,mi visión se clarifica , mis fuerzas se renuevan. En las montañas celebro la creación. En cada viaje a ellas renazco” Anatoli Boukreev

domingo, 25 de diciembre de 2011

ARTICULO 8201 METROS, LA DIOSA TURQUESA, ENTRE EL CIELO Y LA TIERRA.

En el lejano Tibet, el país de la nieves , en los Himalayas, se encuentra la cadena montañosa más alta de la tierra, y en ella La Diosa Turquesa, más conocida como el Cho Oyu, siendo con 8201 metros  la sexta montaña más alta de la tierra.
Y allí dirigíamos nuestros pasos mi compañero Javier ARROBARREN y yo, por segunda vez, con la intención de conseguir en esta ocasión, posar nuestros pies sobre su cumbre nevada.
Además ambos cargábamos nuestro  pesado equipo fotográfico  con el objetivo de realizar un extenso reportaje, tanto de la ascensión de la montaña, como de las gentes que pueblan sus alrededores, sus costumbres, su religión, su forma de vida, dentro del proyecto que empecé hace ya algunos años " Cumbres, culturas y entornos naturales " y que trata de mostrar a través del objetivo de mi cámara, además de los bellos paisajes que nos llevan hasta las cumbres de distintas montañas situadas en los diferentes continentes , la cultura la religión o forma de vida de las personas que pueblan sus alrededores  guardando una estrecha relación con la misma. 
Así pues, hacía dos años que la montaña nos había expulsado muy cerca de la cumbre, a 7800 metros, por  culpa del frio y el viento, así que conocíamos bien casi todos sus secretos y sus dificultades.
Unos días en la capital de Nepal, Khatmandu efectuando los últimos preparativos, y compras y todo estaba preparado para partir rumbo al Tibet, donde está situada esta majestuosa montaña.  Kodari, en la frontera entre Tibet y Nepal, Zanmug, Nyalam ya en el país de las nieves y Tingri, situada a 4200 metros, última población de camino a nuestro destino, el Cho Oyu.
Una gran preocupación invadía mi alma, desde mi llegada a Nepal, arrastraba un gran resfriado que combatía con antibióticos, y las dudas asomaban a mi mente peligrosamente, ¿ me daría tiempo a recuperarme ? , ¿ hasta que punto afectará a mis fuerzas para luchar con aquellas duras pendientes que conducen hasta la cima de  la montaña ?
Parece ser que este año los monzones retrasaban su marcha y el tiempo no estaba siendo bueno,  así lo pudimos comprobar a nuestra llegada al Campo Base Chino a 4800 metros de altitud. Yo seguía resfriado y no pude completar la ascensión  hasta una montaña cercana que pretendíamos subir para acelerar la aclimatación a la altura, mis preocupaciones aumentaban.
Así pues llegamos, el día 13 de septiembre al Campo Base Avanzado de la montaña a 5700 metros de altitud, donde ibamos a establecernos para pasar una larga temporada, en principio unos 21 días, asediando a la montaña.



DIA 15 ( SEGUNDO  DIA DESDE LA LLEGADA AL CAMPO BASE )
Tras un día de descanso en el base, el tiempo finalmente mejora y los monzones se retiran, dejando un cielo limpio de nubes, las expediciones que llevan ya bastantes dias establecidas, comienzan a avanzar rápidamente hacia el Campo I a 6400 metros, los rumores indican que este año hay muy poca nieve y el espacio para montar las tiendas esta muy reducido, ya se han establecido varios grupos y queda poco sitio, por lo que aceleramos nuestra partida hacia el mismo para coger un sitio más o menos decente, nuestra experiencia hacía dos años en esta montaña, ( La mitad de la tiendas del campo I fueron arrasadas con todo el material dentro ),  nos decía que era muy importante coger un buen sitio para poner la tienda de campaña al resguardo del viento y de las posibles tormentas.
La marcha hacia este campamento es especialemente penosa, pues si bien el camino al principio no es muy empinado, si que es muy largo, y se camina varios kilometros por la morrena del glaciar hasta llegar a la “Killer Slope” o cuesta de la muerte.
 Realmente hace honor al nombre que le pusieron, y la ascensión es dura y muy pesada, ya que transcurre por una gran pedrera de roca suelta, en la que das un paso y desciendes dos.


Ademas  se suele estar poco aclimatado ya que la altura empieza a ser más que considerable y para terminar la jornada, buscar un emplazamiento aceptable y montar el campamento, para después bajar nuevamente al Base, ya que la primera vez que se sube al I no es aconsejable quedarse a dormir en el mismo.
Los rumores son ciertos y son pocos los lugares que quedan para poner las tiendas, si bien finalmente logramos colocarla aunque el sitio no termine de gustarnos mucho.
Hemos subido bastante bién al Campo I y pese a que no estoy del todo recuperado del resfriado, el ritmo ha sido muy bueno, Javier, mi compañero, de momento no ha tenido muchos problemas con la altura y se encuentra con la moral alta.



Pudimos observar que algunas expediciones ya se encuentran en el Campo II de la montaña a 7100 metros, pero de ahí nadie ha pasado hacia arriba.
Después de descansar dos días en el base volvemos a subir al Campo I, esta vez con la intención de dormir y tratar de subir al día siguiente hasta el campo II

DIA  18 ( QUINTO  DIA DESDE LA LLEGADA AL BASE )
La noche resultó un infierno para Javier , no dormimos nada, y el tiene unos dolores de cabeza insoportables, los fantasmas de pasado vuelven de nuevo, así que decide no seguir subiendo, al menos hasta que no aclimate mejor a esta altura, (al final y aunque lo intentó en varias ocasiones más, no lo consiguió).
DIA 19 ( SEXTO DIA DESDE LA LLEGADA AL BASE )

Es aquí en el campo I, (donde casualmente hay otro navarro que intenta también por segunda vez la montaña,  sube en solitario y ha establecido su campamento al lado del nuestro),  donde decidimos subir juntos  para compartir la ascensión. Así pues ascendemos a buen ritmo las primeras empinadas rampas, llevamos mucho peso, pues subimos además de una tienda de campaña, un saco de dormir, el mono de altura, comida y gas para varios días. 
Llegamos al primer serac, un brusco cambio de pendiente que hace que el glaciar que baja del Cho Oyu, se fracture, formando una pared de hielo de entre 20 y 40 metros de altura, uno de los  puntos más difíciles de la ascensión, pero que debido a la colocación de cuerdas fijas por parte de los sherpas de las expediciones comerciales no supone gran dificultad.



El esfuerzo es muy grande, tanto es así que a medida que vamos ascendiendo no somos capaces de disfrutar del hermoso paisaje que se va abriendo ante nosotros, un horizonte de altas y escarpadas montañas, unas lejanas el Shisa Pangma, el Manaslu, otras no tanto, solo podemos concentrarnos en la línea del camino que nos lleva hacia delante, siempre hacia delante, un paso y otro paso más.
A medida que vamos ascendiendo el aire se va enrareciendo más y la sensación de falta de oxígeno se va incrementando, el ritmo de la respiración se va haciendo cada vez más rápido.
Llegamos al segundo serac, ya a 6800 metros de altura, esta segunda fractura es más larga y tiene más desnivel, pero no es tan mantenida y “casi” da acceso al campo II a 7100 metros de altura, “casi” significa que desde el final de las rampas al campo II hay muy poco desnivel y distancia, pero cuesta 1 hora y pico pues uno  llega ya muy cansado, sobre todo por el peso de la mochila y el efecto de la altura, cada vez cuesta más dar un paso hacia adelante y a pesar de que las tiendas de campaña se ven cerca, llegar cuesta una eternidad.


Ahora toca buscar un emplazamiento seguro para montar la tienda, palear para hacer una pequeña  plataforma,  colocar la tienda lo mejor posible, y la ingrata labor de derretir nieve para hacer agua, esta labor es muy, muy importante, puesto que es de vital importancia hidratarse correctamente para una correcta aclimatación a la altura y evitar problemas físicos como son los edemas o las congelaciones.
La ascensión al campo II ha sido bastante rápida, 5 horas y media, y el hecho de que varias expediciones han subido ya al campo III y las buenas predicciones nos empujan a forzar mucho nuestra aclimatación, así que decidimos quedarnos a hacer noche en este campo de altura, algo del todo desaconsejable y que rompe con las normas de la correcta aclimatación, ya que no es normal  quedarse a dormir a una altura a la que acabas de llegar por primera vez.
La noche transcurrió sin ninguna incidencia y sorprendentemente no hemos tenido problemas de aclimatación, salvo leves dolores de cabeza, lo que supone que decidamos que la próxima vez que volvamos hasta aquí sea para subir al campo III y de ahí directamente a cumbre.

22 DE SEPTIEMBRE  (NOVENO DIA DESDE LLEGADA A BASE)
El tiempo es muy bueno y hay bastante movimiento, son bastantes los que van subiendo al campo III por lo que descansamos solo 1 dia en el Base, (lo normal sería descansar al menos 2 dias) y decidimos subir nuevamente hacia arriba campos I y II, pero esta vez decididos a intentar la cumbre, puesto que las predicciones que tienen las expediciones comerciales es que va a hacer poco viento y bastante buen tiempo. Mi compañero de expedición, Javier, decide llevar un ritmo distinto, pues ha perdido el nuestro y va a descansar  algo más para tratar de volver al campo I para intentar dormir en el mismo y si puede subir al II.
A  estas alturas, de los 4 componentes de la expedición de Soria con los que compartimos  permiso de expedición,  solo 1 de ellos está en condiciones de tratar de subir a la cumbre, pero lleva un ritmo de aclimatación más lento.  Uno de los miembros de la expedición se encuentra bastante mal, posteriormente a su llegada a España, fue hospitalizado de urgencia por sufrir una trombosis que le llegó hasta el pulmón. ( Edema pulmonar )



24 de SEPTIEMBRE (ONCEAVO DIA DESDE LLEGADA A BASE)
Hemos pasado una noche en el campo II muy agitada, varias expediciones comerciales  todas ellas con el uso de oxígeno suplementario y con el apoyo de sherpas de altura han salido para cumbre y no he hemos podido pegar ojo.
Hoy partimos para el Campo III a 7600 metros de altura, no es un gran desnivel pero se concentra todo en una rampa que se hace agotadora y el desgaste físico es impresionante, el ritmo de subida es muy lento y hay que parar a descansar cada 4 o 5 pasos, el frio se empieza a hacer bastante patente.
A medida que vamos ascendiendo surgen varias preguntas  que no dejan de atormentarme a cada paso que doy hacia adelante, ¿merece la pena tanto esfuerzo?,  ¿tan poco disfrute  para tanto sufrimiento?, ¿tanto tiempo lejos de la familia?, ¿tanto esfuerzo económico?, cuando llegue a casa mi pequeño Marcos que ahora tiene 1 año a penas me va a conocer .
Para ser sinceros existen muchas otras montañas, bastante más hermosas y gratificantes,  en las cuales el esfuerzo se compensa con lo que se puede contemplar  y este, como cualquier ocho mil, no es el caso.
Mientras apuro los últimos pasos hasta el incomodísimo campo III a 7600 metros, (este se monta cavando una plataforma sobre una empinada pendiente de unos 35 º  que te lleva a la nada) pienso, la decisión está tomada, no compensa, suba o no suba hasta la cima , no volveré a intentar  ninguna montaña de 8000 metros.





25 de SEPTIEMBRE (DOCEAVO DIA DESDE LA LLEGADA AL BASE)
Son las 4 de la mañana, el frio es atroz pero no hace viento, ese viento que hace 2 años me hizo desistir de la cumbre a 7800 metros.
Se ven muy pocas luces en el camino, millones de estrellas brillan allá en lo alto hacia donde dirigimos nuestros pasos, aunque de vez en cuando se ve pasar alguna nube que en principio no se detiene.
Llegamos a las famosas bandas rocosas que se llaman amarillas por el color de la piedra, un tramo más o menos complicado pero que también se encuentra equipado con cuerda fija, aquí fue donde me di la vuelta la otra vez, superar este tramo me quita un peso enorme de encima, pues he superado el punto máximo, de aquí para adelante todo es desconocido.
El frio se hace más intenso, y comienzo a notar en los pies un cosquilleo preocupante que me hace golpear con fuerza la punta de la bota contra el suelo cada varios pasos, para ver si entran en calor, eso mismo me comienza a pasar en los dedos pulgares de las manos que se encuentran aislados en la manopla, así que tuve que meterlos con el resto de los dedos.
Estamos casi a 8000 metros, los primeros rayos de sol nos van calentando por lo que el frio no se hace tan intenso, pero desde hace ya un rato que las nubes van empezando a cubrirlo todo y poco a poco comienza a levantarse algo de viento, las dudas se van instalando en nuestra mente y ese peso se aloja en nuestra determinación para seguir adelante, nuestras miradas se cruzan de vez en cuando, buscando unas preguntas a la que no encontramos respuesta , ¿Hasta dónde llegaremos?, ¿qué es lo prudente?, tantos días de duro esfuerzo.
Llegamos a un punto clave, a unos 8100 metros de altura, aquello que nos había empujado hacia adelante, las cuerdas fijas, desaparecen y el tiempo no mejora, poco antes habíamos adelantado a las únicas personas que pensábamos que llevábamos delante,  2 clientes de una comercial con oxígeno y un sherpa de altura, ellos también están pensando en bajar, nos hemos cruzado en los últimos metros con varios expedicionarios, todo ellos con oxígeno, que han desistido de la cima.
Estamos tan cerca y a la vez tan lejos…. tenemos que arriesgar y seguiremos hacia adelante,  parece que nunca vamos a llegar al plató cimero, una larguísima planicie que gana muy pocos metros de desnivel  y que conduce a la cima.
Detrás de un repecho siempre viene otro y aquel montículo que pensamos que da acceso al plató final, no da más acceso que a otra interminable pendiente que se hace agotadora, el tiempo sigue empeorando.
Llegamos a una zona delicada rocosa, una pequeña banda de unos 5 metros de altura que se flanquea por un punto muy concreto que tiene unas pequeñas repisas, inexplicablemente este tramo no tiene cuerda fija, pero da acceso a la llanura terminal.
Esta se hace interminable y creemos llegar a la cima en al menos 3 ocasiones, pero nunca es la cima, tiene gracia que uno de los 2 clientes de una comercial que lleva oxígeno,  y que siempre va detrás nuestro, nos adelante para llegar primero, cada vez que pensamos que vamos a llegar a la cima, va a reventar la mascarilla de las inspiraciones que hace provocada por los cambios de ritmo. Nos cruzamos con 3 miembros de otra expedición comercial, todos ellos con oxígeno, que bajan de la cima apresuradamente, nos avisan el tiempo está  empeorando rápidamente.


Llevamos 1 hora y cuarto deambulando por este larguísimo plató hasta que al final y después de 8 horas de dura ascensión llegamos hasta nuestro sueño que ya se ha hecho realidad, el punto más alto de la Diosa Turquesa, los 8201 metros del Cho Oyu.
Las lágrimas asoman por mis ojos recorriendo las mejillas heladas mientras pienso en mi mujer Silvia y mi hijo Marcos, ¿dónde estarán en esos momentos?, ¿se acordarán de mí? Miro hacia el cielo y les dedico la ascensión, ¡va por vosotros¡
Consigo hablar con ella por teléfono satélite durante un momento, ambos lloramos de alegría, pero ella nota en mi voz  la preocupación de la bajada, la huella se está tapando rápidamente y ha comenzado a nevar copiosamente, a penas consigo ver 2 o 3 metros por delante.
La montaña nos priva de aquello que hemos venido a buscar, ver el mundo bajo nuestros pies, disfrutar de sus hermosos paisajes, allí cerca en algún lugar se debería ver el Everest, el Lhotse, el Amadablan, el Pumori, montañas emblemáticas.
Nos hacemos varias fotos y comenzamos el descenso, apenas hemos estado en la cima 1 cuarto de hora.




Cada vez nieva con más intensidad y hace más viento, nos olvidamos del cansancio y el instinto de supervivencia nos hace ir mucho más rápidos de lo que nunca podíamos pensar, hemos bajado en 15 minutos lo que nos había costado subir 1 hora y media, el hecho de no encontrar entre las nubes el paso de la banda rocosa nos estremece el alma, pues supondría quedarnos atrapados a 8100 metros, sin posibilidad de acceder a la seguridad de las cuerdas fijas que nos guiarían hasta el campo III.
Finalmente llegamos al paso citado, los últimos metros hemos tenido que detenernos en varias ocasiones para tratar de buscar la huella que íbamos perdiendo  poco a poco. Recuerdo las predicciones del tiempo, dijeron que iban a ser buenas, eso mismo pensaron los 3 componentes  de la expedición de Mikel Zabalza que se encontraban a 7200 m, tratando de ascender el corredor Horbeirn en la Norte del  cercano Everest, a ellos les sorprendió la misma tormenta y 2 aludes  destrozaron sus tiendas de campaña, obligándoles a descender al día siguiente.
Bajamos ese tramo delicado lentamente y unos cientos de metros más abajo encontramos las cuerdas fijas, una gran sensación de alivio se apodera de nuestros cuerpos, sabemos que poco a poco llegaremos hasta nuestra tienda en el campo III. El descenso es penoso, ya que en los últimos tramos hemos encontrado a 2 clientes de una comercial que no han hecho cima y a los que tiene que ir bajando su sherpa, ya que no saben rapelar, nos hacen perder 2 horas que tenemos que ir esperando en todos los rápeles, pero finalmente llegamos al campo III.
La prudencia no nos aconseja pasar mucho tiempo a tanta altura, llevamos 3 días por encima de los 7000 metros y no deberíamos pasar otra noche a los 7600 metros que esta el campo III, pero ese tiempo que hemos perdido por culpa de aquellos inconscientes, ha sido determinante para que nos tengamos que quedar a dormir otra noche en este campo.


A la mañana siguiente, el tiempo ha mejorado nuevamente así que bajamos hasta la seguridad del campo Base.


De esta manera, acaba la historia de una de las ascensiones más rápidas al Cho Oyu de la temporada, en tan solo 12 días desde la llegada al campo base y en el que fue el peor de los días habidos con cima.
Aquel día llegamos 8 personas a la cumbre del Cho Oyu, de los cuales, solo mi compañero de ascensión y yo lo hicimos sin el uso de oxígeno suplementario, ni sherpas de altura.
En la seguridad del campo base y tras unos días de descanso todo cambia de nuevo y (a pesar de que los dos primeros días sufrí unos dolores terribles que me impidieron dormir por las noches, debido a las quemaduras y la infección que tenía en los labios provocadas por el sol, el viento y el frio), aquellos recuerdos que me venían mientras subía y me juraba que no volvería a sufrir en una montaña de 8000 metros  se van borrando poco a poco y comienzo a pensar en la idea de volver al año que viene para intentar ascender el Everest, o quién sabe si no encuentro el dinero necesario para el permiso de la ascensión, tal vez el bello y difícil Amadablam.
Estoy contento de haber subido hasta allí arriba, en busca de muchas cosas que no encuentro  en la ciudad, y el recuerdo de haber conseguido llegar hasta la cima es lo que queda, y si hay suerte, al año que viene volveremos al Himalaya.
Pero esa será otra historia.


Para la realización de este reportaje fotográfico se utilizó una cámara fotográfica reflex de formato completo 36x24, hasta el campo I de la montaña a 6400 metros de altura, y tres objetivos zoom profesionales, ( un gran angular, un medio y un teleobjetivo ).
A partir de esa altura se utilizó una cámara compacta de gama alta.



















1 comentario:

Anónimo dijo...

pativHola,como montañero ya un poco carqui, pero seguidor de tus andanzas fotograficas,decirte que me gustaria que nos comentases un poco todo lo que se refiere a los pos procesos en tus fotos.
Soy "invierno" de OJODIGITAL..sin mas se despide Felipe