“ Desde la altura imposible de las cimas veo mi pasado, sueño con el futuro y con inusual claridad puedo sentirme en el presente ,mi visión se clarifica , mis fuerzas se renuevan. En las montañas celebro la creación. En cada viaje a ellas renazco” Anatoli Boukreev

viernes, 12 de enero de 2018

PROYECCION AUDIOVISUAL LHOTSE ENTRE EL CIELO Y LA TIERRA EN CASCANTE, 19 ENERO

Proyeccion audiovisual , Lhotse "Entre el cielo y la tierra". En Cascante el 19 de enero viernes en el Centro Cultural Avenida , situado en la Avenida la constitución nº 6 a las 20.00 horas.


miércoles, 10 de enero de 2018

LHOTSE 8516 M, ENTRE EL CIELO Y LA TIERRA


La verdad es que esta historia comenzaba de una forma muy incierta, por una parte no había conseguido encontrar a ningún compañero para compartir la ascensión a la cuarta montaña más alta del planeta así que al final tenía que partir hacia el Himalaya yo solo, y por otra me iba a enfrentar a los recuerdos de la terrible experiencia vivida hacía justo dos años en el campo base de la montaña, donde murieron 23 personas como consecuencia de la avalancha  provocada por el terremoto que asoló Nepal.
En este concurrido lugar me iba a reunir con 2 viejos conocidos ( el alpinista Catalán Ferran Latorre con el que había compartido expedición en el Makalu, y el guía francés Jannick  Graziane con el que había intentado el Broad Peak ) con ellos iba  a compartir ruta de  ascensión hasta caso el campo 4 a casi 8000 metros, ya que querían ascender el Everest y la ruta hasta esa altura es común.

El comienzo fue muy rápido y en tan solo 4 días me planté en el campo base de la montaña a 5400 metros de altitud, a la mente me vinieron momentos muy duros e imágenes de la tragedia vivida en el 2015, pero ahora el lugar se encontraba como si no hubiera pasado nada y el hecho de volverme a encontrar con viejos amigos con los que tenía muchas cosas de que hablar, hizo que pronto superara aquellos tristes recuerdos.



Me encontraba muy bien físicamente, por lo que decidí descansar tan solo un par de días, no quería perder el "carro"  de mis compañeros de campo base Ferran y Jannick, (ellos llevaban bastantes días allí y tenían su aclimatación mucho más completada)
Con ellos y con el alpinista austríaco Hans Wenzl que tenía 7 ocho miles,  afronté el primer día de ascensión, un día muy especial ya que iba a descubrir la belleza de la peligrosa cascada del Khumbu de la que tantas y tantas fotos había visto y de la que había oído hablar infinidad de veces.

Ciertamente es mucho más impresionante de lo que uno jamás se pueda imaginar, ver todos esos bloques enormes de hielo, formando un caos infinito, como gigantes fichas de dominó, dispuestas a caer en cualquier momento, un laberinto de enormes y frías grietas, muros de hielo, invadidos por un silencio sepulcral solo roto por el crujido del hielo en su constante movimiento hacia abajo o por las avalanchas que de vez en cuando caen desde los enormes seracs que cuelgan del vecino  Nuptse y desde el hombro noroeste del Everest.

Poco a poco vamos ascendiendo ese maravilloso paraje, sorteando las grietas y los muros ayudados a veces por las escaleras que han colocado los "doctores del hielo", no puedo imaginar un trabajo más difícil y peligroso que el que realizan estos sherpas que se encargan de equipar y mantener este impresionante tramo de la ruta.



 Me quedo bastante sorprendido de lo bien que me encuentro físicamente sin apenas aclimatación,  he sido capaz de aguantar el rápido ritmo de mis compañeros (por aquí siempre se procura ir lo más rápido posible) y en seguida superamos este inolvidable tramo de la ascensión.
Si tenía mucha ilusión por descubrir los secretos de la cascada del Khumbu, por conseguir ver y fotografiar el espectacular "valle del silencio" aún tenía más ganas.

Sinceramente es uno de los lugares más sobrecogedores del planeta, ese enorme paisaje lleno de gigantes blancos flanqueando la ascensión, al fondo nuestro sueño, el Lhotse, a la izquierda la Madre del Universo, el Everest y a la derecha el espectacular Nuptse.

En apenas 4 horas hemos llegado al campo 1 a la altura de 6050 m, aquí decido separarme de mis compañeros, no quiero apurar demasiado en la aclimatación y voy a pasar 1 noche, para juntarme con ellos mañana en el campo 2.
No quería haber aclimatado aquí, tenía pensado haber subido a dormir al campo 1 del Pumori y haberme saltado este peligroso campo muy expuesto a las avalanchas, sobre todo del cercano Nuptse pero al final si quería ir al ritmo de mis compañeros de campo base tenía que hacerlo así.

A la mañana siguiente salgo hacía el campo 2, ese tramo es impresionantemente bello, no me extraña que le llamen el valle del silencio, uno se queda sin habla cuando lo descubre y más aún cuando lo recorre, un mundo de hielo y roca infinita, el valle es largo pero se recorre muy rápido ya que la pendiente es muy suave, al final del todo se levanta la muralla del Everest y el Lhotse.

 
En poco más de 2 horas me reúno nuevamente con mis compañeros en la seguridad del campo 2, ni que decir, que el paisaje es espectacular, un murallón de más de 2500 metros de hielo azul nos separa de la cumbre del Everest y del Lhotse.

Allí descansaré un día que aprovecha nuestro compañero Jannick para acompañar a Ueli Steck en su exploración a la ruta normal del Nuptse, ese día les hice varias fotografías (quien me iba a decir que serían las últimas fotos hechas a este gigante de las montañas), el suizo Ueli Steck al que vimos esa misma noche en nuestro campo base, pocas horas después fallecía en una caída desde esta bella montaña.
Ese día ascendimos hasta el campo 3 a 7100 metros de altitud, (parece mentira que hace tan solo unos pocos días estaba en España) había forzado mucho la aclimatación pero me encontraba muy bien y tenía que aprovechar el ascenso de mis compañeros para no perder su ritmo y hacerlo mío también. El acceso a este campo se hace por unas impresionantes rampas de hielo azul duras como el acero, tanto el Everest como el Lhotse parecen al alcance de la mano, pero aún queda mucho camino para llegar hasta ellos, de hecho la montaña en realidad empieza aquí.  Según llegamos al campo recibimos la noticia de que alguien sin identificar se ha caído en el Nuptse, por la altura desde la que se precipitó no hay posibilidades de que haya sobrevivido, todos pensamos enseguida en Ueli, en el rostro de Jannick se dibuja gran preocupación y tristeza.
 
 


A penas permanecemos 1 hora en el campo 3 y bajamos rápidamente a la seguridad del campo 2, allí nos confirman lo peor, Ueli ha fallecido en la caída desde la ruta normal al Nuptse.
Al día siguiente bajamos directamente al campo base.

Las sensaciones eran muy positivas en poco más de 1 semana había llegado hasta los 7100 metros del campo 3 y me encontraba muy fuerte, pero una montaña de 8000 metros guarda, muchas sorpresas y que te encuentres muy bien durante un tiempo, no quiere decir absolutamente nada.

Tras descansar varios días de mal tiempo en el base, en los que muchos componentes de varias expediciones han enfermado (con lo que llaman la tos del Khumbu), volvemos otra vez hacia arriba, en esta ocasión ya me saltaré el campo 1 para ir directos al campo 2 que es mucho más seguro, allí descansamos un par de días que sirven para afianzar nuestra aclimatación y de allí nos vamos al campo 3 donde esta vez sí que pasamos una noche.
Esta segunda subida al campo 3 se me hace más dura y no me encuentro tan bien como la primera vez que subí, a la bajada comienzo a sentirme bastante mal y llego totalmente destrozado al  campo base, ¡como he podido perder prácticamente toda de mi energía en tan poco tiempo¡, las dudas comienzan a instalarse en mi espíritu, cómo voy a subir hasta 8516 m , si a penas puedo bajar desde el campo 3 al base,  además empieza a dolerme la garganta y tengo una molesta tos. Eso si ahora ya está todo el trabajo hecho, solo hay que esperar a una ventana de buen tiempo, para ir para arriba e intentar la cumbre, puesto que ya he completado mi aclimatación.

Pero la experiencia de otras expediciones a montañas de 8000 m me dice que no hay que ponerse nervioso, ni perder la confianza en uno mismo, los días malos siempre llegan igual que los buenos, y aún falta mucha expedición por delante, no hay que venirse abajo, un 8000 es una carrera de larga distancia y los días decisivos serán los que vengan del campo 3 para arriba que es donde empieza de verdad la montaña.



 Los días van pasando y se van sucediendo las primeras cumbres, pero casi todas ellas con oxígeno artificial, ya que hace mucho viento y frio en altura.
Yo no solo no mejoro si no que voy a peor a pesar de haber tomado antibiótico, así que al final tomo la dura decisión de bajarme 1000 metros hacia abajo hasta Periche, para ayudarle a mi cuerpo a que se recupere, ya que a la altura del campo base, 5400 metros mi cuerpo no supera la enfermedad que me está mermando poco a poco, tanto la salud, como el espíritu.

Paso 2 largos días recuperándome pero cuando subo de nuevo al campo base, mi estado de salud a penas se ha mejorado un poco, la tos no me deja a penas andar.

En cualquiera de los casos y tras un breve descanso, tomo la decisión de intentar subir con el Austríaco Hans hacia el campo 2 para intentar la cumbre puesto que parece que dan una ventana de buen tiempo y día de cima para el  20 de mayo.
Tras un par de horas ascendiendo por la cascada del Khumbu, le digo a Hans que me doy la vuelta, no paro de toser con mucha intensidad y así no se puede llegar a ningún sitio y menos a la cumbre de un 8000. Ahora sí que pienso que la montaña se me escapa de las manos.

Vuelvo a tomar un segundo tratamiento de antibiótico y añado una alta dosis de codeína, Ferran y Jannick bajaron al base tras haber pasado una noche a 8000 m en el collado sur.
Poco después llegó al base Hans que tuvo que abortar su ascenso al Everest por el intenso viento.

Ya estamos juntos de nuevo otra vez… la temporada va tocando a su fin, muchos van abandonando el campo base, pero nosotros esperamos con calma nuestro momento, este tiene que llegar. Por fin las previsiones se ponen de acuerdo para establecer el día 27 como un buen día de cumbre sin apenas viento.

La codeína hizo su labor y la tos ha ido remitiendo poco a poco, así que el día 22 nos vamos todos para arriba, llegamos directamente al campo 2, donde descansamos un día, me encuentro un poco débil a causa del antibiótico pero estoy ilusionado y con gran motivación, este ha de ser el último intento así que mentalmente hay que estar a tope, no puede haber dudas.



La ascensión al campo 3 fue bastante buena, pasé la noche sin dormir mucho pues el nerviosismo es bastante grande, de aquí para arriba todo es desconocido y en verdad la montaña comienza aquí, de 7100 metros para arriba.
La ascensión al campo 4 se mostró como me imaginaba, tal vez el día más duro de la ascensión puesto que el desnivel es importante y la pendiente no da tregua en ningún momento, la falta de oxígeno se hace notar de manera extraordinaria, por eso tomé la decisión de madrugar mucho y comenzar a subir a las 5 de la mañana, a pesar del gran frío.

Las últimas hora se hacen muy, muy duras, se ha levantado muchísimo viento y comienza a nevar levemente a la altura de las bandas amarillas.
Más arriba cerca ya del campo 4 los caminos se separan, todo el mundo se dirige hacia el Everest. Tras unas rampas bastantes empinadas y entre la ventisca llego hasta lo que queda del campo 4, un lugar verdaderamente inhóspito a casi 8000 m de altura, consigo meterme en una tienda de campaña cuya mitad del suelo se encuentra suspendida en el vacío, una rampa de hielo de 45 º, tiene varias rajas y bastante nieve dentro pero será el lugar donde tendré que pasar la noche.


Poco a poco la ventisca va remitiendo parece que mañana será el día, sobre las 12 de la noche salgo hacia arriba, las primeras rampas no son muy empinadas y las estrellas son testigo de honor de nuestra subida, poco a poco nos metemos en el largo corredor que nos ha de llevar a la cumbre, la pendiente se incrementa, la ruta se encuentra en perfectas condiciones hay bastante nieve y no se ve roca ni hielo en el corredor. Al llegar a la zona más empinada de unos 70 º el cielo se va tapando y poco a poco comienzan a caer los primeros copos de nieve, es increíble, la predicción de tiempo ha fallado de nuevo. Los fantasmas de la climatología de los días de cumbre en el Broad Peak o el Manaslu me acosan de nuevo. A pesar de todo sigo hacia arriba aunque cada vez cuesta mucho más avanzar, se ha levantado mucho viento a la vez que nieva con más intensidad. Cada 3 pasos tengo que parar a descansar ya hace un buen rato que pase de los 8201 metros que tenía el Cho Oyu la altura más elevada a la que había estado. Parece que este corredor termina directamente en el cielo, jamás se ve el final.
Las vistas son nulas y apenas he conseguido ver al vecino Everest un par de veces entra la ventisca.

Por fin acierto a ver que unos centenares de metros más arriba el corredor se abre y en el centro asoma la afilada cumbre.
A pesar de que parece cerca, estos metros se me hacen interminables, cada vez que me paro a descansar me empiezo a dormir e incluso a soñar medio despierto, supongo que producto del cansancio y de no haber dormido en las 2 últimas noches prácticamente nada.

Cada vez me cuesta más permanecer despierto, creo que estoy padeciendo principios de edema cerebral así que por si acaso me tomo una dexametasona (no sé si estoy soñando o son alucinaciones) en cualquiera de los casos no pude tragarla porque al instante la vomité en un ataque de tos.

Si quiero conseguir llegar hasta el final voy a tener que sacar todo el ánimo y motivación que puedan quedarme dentro, porque la cima no me la va a regalar nadie, apenas me quedan 50 metros que se hacen interminables.



 Por fin y tras 9 horas y media de dura ascensión llego a la cumbre donde apenas cabe una persona, al otro lado de la afilada arista intuyo un abismo increíble, pero no alcanzo a ver más allá de unos cuantos metros ya que el cielo está totalmente cubierto y la ventisca arrecia cada vez más, así que tras unos 5 minutos en la cumbre y unas pocos fotos, decido bajar rápidamente, el día no está para alegrías y lo importante es perder altura rápidamente.
Por primera vez en mi vida tengo una sensación extraña en la cima de una montaña, poca alegría y ni tan siquiera llamo a la familia, después de tantos días de esfuerzo e incertidumbre solo me preocupa bajar lo más rápido posible.

Enseguida comienzo a bajar por esa cuerda fija que me une a la vida… en unas pocas horas llego al campo 4 donde tras recoger lo poco que llevaba continuo para abajo hasta el campo 3. El camino de retorno hay que hacerlo con mucha prudencia, ya que la mayoría de los accidentes se producen bajando debido al cansancio y la falta de concentración. Un fallo puede suponer el final.
Mi idea principal era llegar al campo 3 pero finalmente y a pesar del cansancio y la hora que es tras hacerme un té me bajo hasta el campo 2 donde llego prácticamente destrozado y totalmente deshidratado sobre las 9 y media de la noche, tras 22 horas de actividad.

En este lugar empiezo a sentirme seguro pero aún queda un largo y peligroso camino hasta la seguridad del campo base tras pasar la cascada del Khumbu, allí llegaré al día siguiente totalmente exhausto y desidratado, pero contento de haber estado allá arriba, EN LA MISMISIMA CUMBRE DEL HOTSE, 8516 M.